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martes, noviembre 10, 2020

POR ESO LA PLATA QUE CAE EN MIS MANOS

Publicado por Yo soy Escribidor |

 Hoy he pensado en plata. He pensado en todo lo que el adulto necesita para vivir. No es solo que uno crezca, sino que vienen responsabilidades que suelen ser con dinero. Podría uno decir que se va a un pueblo escondido, donde nadie lo conozca, para empezar una nueva vida alejada del capitalismo salvaje en el que estamos, pero qué va. 

Pagar recibos de manera interminable, comprar las cosas del cuidado personal que se acaban cada dos meses, pagar el gimnasio, conseguir plata para una salida un sábado con los amigos ─hay amigos que le mandan a uno, pero cada quien debe tener, por lo menos,  para el bus de vuelta─, gastar plata para las medias, la comida quincenal: los huevos, el queso, el arroz, la carne, las verduras, las frutas. Tener dinero para motilarse, para pintarse las uñas, comprar un celular que le sirva a uno para mamar gallo y para trabajar en algo; plata para llevar hojas de vida, y si lo llaman a la entrevista, plata para los buses, ir oloroso, bien peinado. 

Y las enfermedades: plata para la trimebutina, las vitaminas, el vinagre de manzana, la hioscina, el acetaminofén, las aspirinas, las cetirizinas y algún expectorante. Plata para todo. 

Y para los gustos: pagar Netflix, cambiar las almohadas, comprar ropita chévere para entrenar, para zapatos, el champú de calidad ─con todo el tratamiento que uno se hace para que el pelo se vea sano─, las gafas que no me hagan ver más viejo de lo que soy, plata para comprar pines y libros, siempre libros. 

En fin, incluso para escribir esto tengo que recurrir al absurdo de ver de dónde saco plata para pagarle a Claro para teclear y teclear para luego ganar algo de dinero que gasto luego cuando pago tecleando. ¡Ah! Es la historia del Coronel Aureliano Buendía: vendía pescaditos de oro, que le pagaban con oro, para hacer pescaditos de oro que vendía y le pagaban con oro y así hasta el infinito. 


0 ¡Ajá, dime qué ves!:

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