Me preguntaron en estos días, a quién no dejaría de amar. Mi respuesta inmediata fue mi mamá. Quise ser más profundo –por ese tipo de cosas extrañas- y pensé seriamente a quien dejaría de amar. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que tengo personas que ya no amo o que pareciera las dejé de querer; podría hacer una lista pero por cariño no la haré.
Pensé en Dios y si en algún momento él dejará de amar a alguien a quién sería. Es una pregunta un poco extraña y ya sé la respuestas; que Dios nos ama por encima de todo y mostró su amor en la cruz. Eso ya lo sé. Amo que sea así. No obstante, suponiendo que Dios decidiera no amar a alguien más quién sería la víctima.
Se me ocurrió pensar que tal si el Señor me dejara de amar porque un día no lo llamé o porque le inventé un chisme diciendo, por ejemplo, que en realidad no salva bien o algo así. O porque no lo invité a mi cumple o matrimonio ha decidido conseguir gente de otros lados quizás en Argentina o en Japón; y que yo ser tercermundista se ha contentado con no tener un Dios porque éste ha decidido no amarlo más.
Qué tal si Jesús tuviera esa clase de sentimientos humanoides y que su amor disminuyera según mi comportamiento. ¿Qué pasaría con mi vida si un día despertara y cayera en la cuenta que no tiene sentido más la vida porque el dueño de ésta se molestó porque fui a cine y no lo invité?
Me aterra creer que él no me ame. Pero a veces eso es lo que podemos sentir. No hablo de amarlo a él porque nuestros esfuerzos por amarlo son mínimos según sus normas. Un amigo me dijo hace poco que Dios nos abandonó a todos. No quiero creer en esto, no puede ser de esta manera. Muchas cosas en la vida carecerían de sentido y no tendría la vida razón de ser porque si todo lo que esperamos está en esta vida, somos unos miserables. Me resisto a esta idea. Creo que si Dios dejara de amar a alguien no sería a los delincuentes o los rateros. Creo que sería a mí porque muchas veces dudo que me ame debido a mis imperfecciones pero recuerdo que su naturaleza es amor, y debe ser así, y que esta propia naturaleza le impide dejarme de amar cada día, no importa si yo creo o no.