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lunes, diciembre 30, 2013

VERSOS SUELTOS EN EL 2013

Publicado por Yo soy Escribidor |



Haciendo un recuento por el año, siento que éste, quizás igual a otros, ha sido un largo año de dificultad. Quisiera decir qué fue lo que se llevó este año por delante. Por una parte, en este día olvidado creo que muchas cosas no se dieron con la vehemencia con qué quise:

Ver irse a mi amigo Steven, y llorar por él, llorar con Dildreth, llorar con su mamá, seguirlo hasta que no hubo fuerza, tomar fuerza y continuar, es, después de todo, una larga lucha, fue un golpe bajo del destino, que nos jugó una mala pasada y lo viví con ahínco, y sufrí, y lo hago, como si hubiera sido ayer. Ahora veo hacia adelante, y no puedo negar sentir una paz cuando veo que el Vendaval se fue, y que ahora sonríe como siempre ha sido él con sus fuerzas de vida y con el ánimo de vencer su enfermedad. 

Jaide y Darwin se casaron, y apenas ayer, ella era una niña inocente, hermosa, y la vi cómo ya creció y cómo cambiaron los días, y no esperé darme cuenta que envejecí sin darme cuenta, sin previo aviso y sin consideración. Y hoy los veo felices, entregados, genuinos, contentos. Me llena la vida pensar que ellos pueden salir adelante siempre así. 

Dianita que se fue y vino. Y que le he quedado debiendo siempre, pero que mi cariño es imposible con ella.  Y Kevin que se parece tanto a mí que me da miedo no haberlo engendrado.

Terminé académicamente mi segunda carrera. Es algo que, sin duda, me tiene alegre. Falta la tesis y otros menesteres. Nunca pensé, allá cuando la depresión era fuerte, y comenzaba esta carrera, que algún día iba a llegar al final; pero lo hice, y me gusta, y lo hago bien. 

Pensé terminar la entrada de amistades en mi vida, pero David Ángel ha sido un regalo, estos meses, de parte de Dios. Ha sido aliciente en medio de una soledad terrible que me abriga sobradamente.  Sí, ya sé que nos han criticado, que se puso un arete como yo, que se cambió el corte de pelo, que se cambió las gafas, y que se presume que es otra persona. Sin embargo, no es del todo así. He visto, en mí, una parte infantil que me hace sentir un respeto absoluto por él, y me hace pensar que será un buen padre para sus hijos. 

Termina el año, pensando que mi instancia en la iglesia se me esfumó sin querer. Y que mi última compañera –así fuera a lo lejos- era Liseth. Pero ella ya se irá, y allí es el lloro y el crujir de dientes. 

He reafirmado mi cariño y amistad con Jubeis en todas las locuras que nos inventamos y que, como en Rayuela, nos reímos, de vez en cuando, para contrarrestar la melancolía porteña en la que estamos inmersos gracias a la literatura y a Dios. 

Mi amor por Carlos Andrés va de odios a amores siempre. Es una amistad extrema. Es un desparpajo de gritos y cariños, de perros calientes, de huevos con pan y de canciones románticas. Me gusta cuando me dice que soy su mejor amigo, me gusta cuando, como en estos días, dice que siempre me esperó antes de conocerme. Me gusta, de vez en cuando, sentir que uno es amado. 

También están Harold, en ese puente unilateral que nos inventamos para ser Oliveira o Traveler, título que comparte con Carlitos Manuel porque, me da por pensar, somos los mismos con las mismas, todo el tiempo. Y de María siendo Talita -fantástica siempre-, sobre una tabla, tratando de unir nuestros mundos tan dispares. Y de Adriana con sus ojos brillantes y sus fotos que merecen muchas historias.  Y de William con ese cariño inmenso que le tengo, y que no pudiera haber razones para eso, pero que lo pienso siempre con amor auténtico. Y de Yemsy con su hermosa risa coqueta y su astucia. Y de Oscar que parece ser el fuerte, pero que lo he visto llorar cuando nadie lo ve, ni siquiera cuando yo lo veo.  Y también, de mi amigo Javi quien parece que fuéramos hermanos o amigos de toda la vida, pero que solo el Skype ha permitido la unión de nuestras voces, y que sepa él que lo quiero mucho, así nunca el destino nos permita vernos en vivo. 

Y de Jimmy quien me descifra, a pesar de la distancia, con una cerveza y una hamburguesa. Con Fanny que ya no tiene lágrimas, que su risa es la mejor medicina, que un enfermo, como yo, puede tener. Y de esas llamadas nocturnas y viajes por la ciudad con Jason y Andre, que me hacen salir del círculo de mis pensamientos.

Se me acabó parte de mi mundo este año. Ha sido duro. Difícil. Han sido los días distantes, de libros como Sabactani y de los Karl Barth. De tatuajes en mi espalda, de aretes libertos. No se trata solo de mi espalda y mi oreja, se trata de piel viva donde están las letras de los demás, de microficciones y canciones de Montaner y bolsos MK. Y la borrachera -con sus cinco vomitadas- que me di con Sharib y Laurita, en señal de duelo, sin que ellos lo supieran.

Me enamoré y me desenamoré y volví a amar. Pero ya ven, a la mujer de mi vida –o las muchas, quizás, en una sola mujer- no le alcanzaron mis palabras llenas de significantes variados, pero un solo significado en contra de la soledad. 

Adiós, 2013. Ojalá no vuelvas. Quizás no te extrañaré y no quisiera extrañarte más. Bienvenido 2014, con tus nuevos días sobre la mañana y la luna insomne sobre el tejado.

viernes, diciembre 27, 2013

TRASCENDENCIAS LEXICALES EN LA PIEL HORADADA

Publicado por Yo soy Escribidor |



Tatuaje en la espalda solitaria

 "Ustedes son la carta que ha sido escrita en nuestros corazones, los demás los conocen y pueden leerlos. Ustedes son cartas del Señor que no han sido escritos con tinta, sino con su Espíritu; no sobre una piedra, sino en carne viva: el corazón."
2 carta a los corintios 3:2-3

Al haberme tatuado, se ha suscitado varios matices alrededor del mismo. Por un lado, no pensé nunca tener un valor para soportar un dolor que, creo yo, fue inferior a mi miedo. El dolor que experimenté en el tatuaje estuvo por debajo de mis expectativas. En ese momento supe que podría hacerme muchos más tatuajes. 

Por el otro, aún puedo recordar la cara de asombro, hasta el preámbulo de las lágrimas, de mi mamá, cuando mostraba el tatuaje, y mi hermana Vanessa (quien ya tiene dos) celebraba descaradamente en la resignación de mi madre, frente al desparpajo cómplice de todos los que estaban ahí. Al día siguiente, confirmé mis sospechas: la volví a decepcionar. 

También puedo hablar de las manos que agarré al comenzar el tatuaje, que luego solté cuando noté que no me dolía mucho. Fueron las manos de algunos amigos que no podría nombrar para evitar la molestia. Pero que, sin duda, me recordó las manos que uno agarra en medio de todo el caos que se precipita sin avisos. He agarrado esas manos, una y otra vez. Y sé que no se han acabado la longa mano de Dios en todos ellos: por un lado, los de ese día; por el otro, los de mi cotidianidad, siempre tan constantes. 

Muchos me han  preguntado qué dice lo que me tatué. Es Isaías 49:8-9, tan solo dos versículos de un largo capítulo de la Biblia que es importante para mí. De muchas formas, me hace pensar en Dios y en mi propósito frente a la Humanidad cercana. Sin embargo, más allá de lo que dice, me he puesto a pensar en realidad qué dice mi tatuaje, qué dice tener marcado en la piel las letras de otro, el nombre de otro, las vivencias del otro. Entonces, me choco con una hermosa realidad de los tatuajes que aún no tengo en mi piel, pero que sí están en la tinta en mi vida: los nombres propios de los que me circundan. 

De mi familia con sus fallas probables y el circense desenfreno por amarnos. De las luchas, gritos y molestias, pero también de las risas y los bailes compartidos. De mis amigos, los viejos, los nuevos, los que vendrán, cada uno en su tiempo y momento, con sus nombres y sus vicios, tan desiguales, tan distantes; sin embargo, tan simétricos en el deseo de buscarnos en la oscuridad. 

A ellos, pues, les debo mi historia. Que se escribió mucho antes de la decepción de mi mamá y las pocas malas críticas que he recibido por el tatuaje. Este escrito es solo un salto inútil por devolver las letras que han construido –y deconstruido- mi fe, mis sueños, mis anhelos, mi biografía. Acaso, tal vez, se devuelva con letra sobre este escrito, lo que mi espalda, en letras de tinta, pretende decir a gritos ancestrales.

sábado, diciembre 14, 2013

OFRENDA DE LAS LETRAS SOBRE EL ALTAR DEL OLVIDO

Publicado por Yo soy Escribidor |

No será tan fácil, ya sé que pasa
No será tan simple como pensaba
Como abrir el pecho y sacar el alma
Una cuchillada del amor 1

Ya intenté la triste canción en el fondo que me dé luces de lo que escribo. Y no hay, no puede haber, una constante respuesta que sea la respuesta satisfactoria al dolor. 

Sin duda, no todo ha sido doloroso. Habrá quienes digan que, bueno, algo bonito hubo. Y yo río sabiendo que, aunque fuera así, no existe en el presente una imagen del pasado que satisfaga el deseo de abstenerme. Abstenerme de amar ese pasado sin que incurra, estúpidamente, en el nostos infernal que me visita sin reparo. 

Sí, y me gasté ofreciendo más de lo que me pidieron. Es que, ya sabes, soy un tonto en todo caso y suelo darme más de lo que el requerimiento exige. Es mi estupidez y hoy la asumo sin asumirla; más bien, lamentándome. 

Ese amor prístino se me quedó en el camino y hoy mi Camino me clava la cuchillada de ese amor y lloro, absurdamente, sin encontrar  la respuesta que satisface la Ausencia y la Presencia. 

Y suena en el fondo la canción noctámbula, taciturna, impertérrita. Pero yo no soy así: soy el manojo de la noche insomne, el intaciturno y el variable ser que escribe sin escribir, que se vale del dolor propio y ajeno. Más propio que ajeno. 

Y construyo mi casa ahora, a pesar que, quizás, no todo está perdido, aunque parezca, Y doy mi corazón acuchillado con la apesadumbrada pena, acaso se acuerden las circunstancias y mis pares que existo en un lugar apartado, y no donde me visitan constantemente. 


Luna de los pobres siempre abierta
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Como un documento inalterable
Yo vengo a ofrecer mi corazón



Y pobre de la pobreza de cualquier pobre pobremente pobre. Con un manual de hacer cosas que ya no me sirve para vivir. Pobreza de espíritu. Del Reino de los Cielos. De congoja pobre y de pobre congoja. 

Y la lejanía se va poniendo sin retorno: el tren avanza y no se devuelve. El tren continúa como penetrando en otro mundo. Y miro por la ventana con esperanza sorda y veo pasar a la gente, a los animales, a los árboles, a las nubes, al mundo, a la soledad, a la zozobra, a ti que ya no corres a mi lado porque las fuerzas del trote solo te sirvieron para correr unos metros y luego mover la mano en despedida. 


A mi amiga la Naranja Roja que inspiró estas líneas

1. Canción: "Hoy vengo a ofrecer mi corazón"


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