El día que di mi opinión
En estos días hubo un gran revuelo en la casa de una amiga. En medio de las bromas dije lo que pienso acerca de un tema en particular, lo cual generó un ambiente tenso.
Lidero a algunos jóvenes en medio de una gran (y a veces absurda) tradición cristiana. El cristianismo en mi ciudad, según lo que veo, no le permite a los jóvenes expresarse de una manera transparente, permitiéndoles que tengan un libre desarrollo de la personalidad sino más bien, como hemos aprendidos de las grandes instituciones, llenos de reprimendas y bajo la luz del castigo.
A decir verdad, son mis opiniones y no tienen que ser la de los demás. Repito son mis opiniones pero en este mundo cristiano en que vivimos, muchas veces mis opiniones no deben estar en contra de los demás.
La madre de algunos de mis jóvenes me acusó de estar influyendo en ellos para que se hicieran tatuajes, y me pidió que le aclarara.
Yo, como no tengo problemas en decir lo que pienso, dije que no tenía problema con los tatuajes. Fue un gran escándalo. Mi argumento (quizás no el mejor) era que ya que habíamos permitían la cirugía plástica dentro de nuestra religión, los tatuajes eran algo menor.
-No es lo mismo -me dijo- porque las cirugías son para que uno se vea más bonito.
Entonces le dije que cada persona tiene un concepto particular de la belleza y ésta es siempre subjetiva. Refutó diciéndome acerca del versículo de Levítico, de las marcas del cuerpo, que Dios..., que los jóvenes, que enseña David.
Tengo las cosas claras en mi cabeza de perro: Primero, el problema no son los tatuajes sino la tradición. Si la mayoría cristiana dice Sí a la cirugías plásticas (en donde hay más riesgos de toda clase) es aceptado y los tatuajes son del diablo. ¡Error! Segundo, porque algo no me guste no quiere decir que sea satánico, sólo quiere decir que no me gusta. Tercero, los jóvenes necesitan escoger lo que quieran hacer, enseñándoles siempre que la relación con Dios es lo más importante y según ésta determinarán qué, en sus vidas, glorificará a Dios o no. A diferencia de lo que me dijeron, no induzco a la gente a que se pongan aretes o hagan tatuajes.
En realidad, no estoy en la capacidad para que una persona escoga mis decisiones. Tengo la obligación de enseñarles acerca de un Señor quien los acepta independientemente de cómo se vean. Siempre es más importante quiénes son a como parecen, así tengan tatuajes, aretes, escuchen música diferente a la tradicional o si a veces piensan diferente a mí. Tenemos la obligación de enseñar un evangelio que cambia vida y cambia corazones y no solamente el que lleva a los jóvenes a cortarse el cabello largo. No hagamos doctrina de nuestras experiencias ni de nuestras tradiciones. Es el Señor quien cambiará las vidas como Él quiera y no a nuestro antojo. Tal vez no se vean como queramos pero no podemos decir que no tienen relación con el creador o que están en pecado . Las normas son inútiles para cambiar vidas. La misma historia bíblica no los dice, por eso apareció Cristo.
Sigo pensando igual: los tatuajes no son importantes. Quiero ver a los jóvenes llenos de Dios y capaces de cambiar la historia. ¡Esto es más importante!
Lidero a algunos jóvenes en medio de una gran (y a veces absurda) tradición cristiana. El cristianismo en mi ciudad, según lo que veo, no le permite a los jóvenes expresarse de una manera transparente, permitiéndoles que tengan un libre desarrollo de la personalidad sino más bien, como hemos aprendidos de las grandes instituciones, llenos de reprimendas y bajo la luz del castigo.
A decir verdad, son mis opiniones y no tienen que ser la de los demás. Repito son mis opiniones pero en este mundo cristiano en que vivimos, muchas veces mis opiniones no deben estar en contra de los demás.
La madre de algunos de mis jóvenes me acusó de estar influyendo en ellos para que se hicieran tatuajes, y me pidió que le aclarara.
Yo, como no tengo problemas en decir lo que pienso, dije que no tenía problema con los tatuajes. Fue un gran escándalo. Mi argumento (quizás no el mejor) era que ya que habíamos permitían la cirugía plástica dentro de nuestra religión, los tatuajes eran algo menor.
-No es lo mismo -me dijo- porque las cirugías son para que uno se vea más bonito.
Entonces le dije que cada persona tiene un concepto particular de la belleza y ésta es siempre subjetiva. Refutó diciéndome acerca del versículo de Levítico, de las marcas del cuerpo, que Dios..., que los jóvenes, que enseña David.
Tengo las cosas claras en mi cabeza de perro: Primero, el problema no son los tatuajes sino la tradición. Si la mayoría cristiana dice Sí a la cirugías plásticas (en donde hay más riesgos de toda clase) es aceptado y los tatuajes son del diablo. ¡Error! Segundo, porque algo no me guste no quiere decir que sea satánico, sólo quiere decir que no me gusta. Tercero, los jóvenes necesitan escoger lo que quieran hacer, enseñándoles siempre que la relación con Dios es lo más importante y según ésta determinarán qué, en sus vidas, glorificará a Dios o no. A diferencia de lo que me dijeron, no induzco a la gente a que se pongan aretes o hagan tatuajes.
En realidad, no estoy en la capacidad para que una persona escoga mis decisiones. Tengo la obligación de enseñarles acerca de un Señor quien los acepta independientemente de cómo se vean. Siempre es más importante quiénes son a como parecen, así tengan tatuajes, aretes, escuchen música diferente a la tradicional o si a veces piensan diferente a mí. Tenemos la obligación de enseñar un evangelio que cambia vida y cambia corazones y no solamente el que lleva a los jóvenes a cortarse el cabello largo. No hagamos doctrina de nuestras experiencias ni de nuestras tradiciones. Es el Señor quien cambiará las vidas como Él quiera y no a nuestro antojo. Tal vez no se vean como queramos pero no podemos decir que no tienen relación con el creador o que están en pecado . Las normas son inútiles para cambiar vidas. La misma historia bíblica no los dice, por eso apareció Cristo.
Sigo pensando igual: los tatuajes no son importantes. Quiero ver a los jóvenes llenos de Dios y capaces de cambiar la historia. ¡Esto es más importante!
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2 ¡Ajá, dime qué ves!:
David, no había visto este escrito.
De él, se atisba una abundancia de necedades de parte de quien te dijo que las cirugías estéticas son buenas, pero los tatuajes no.
Se pone, una vez más, de relieve, la esencia mojigata que compone los cuerpos y la mentes de los mienbros de las iglesias protestantes -aunque los bautistas aseveren no hacer parte de ellas. Pura vanidad.
Sin duda alguna, esas iglesia continuan reconociéndose como un colectivo, y no como un grupo de individuos. Es decir, sigue en marcha la política de despersonificación y cosificación de los mienbros de tales instituciones. De esta manera, se violenta el concepto de pluralidad y ética privada, asegurándose de este modo la estabilidad del sistema.
Ese problema emerge cuando algunos asumen la postura de regidores de la moral cristiana. Lo que significa, en la práctica, la creación y la puesta a punto de una moral omnímoda.
Que no te sorprenda tamaña impertinencia, puesto que es ampliamente sabida la inconsistencia conceptual esgrimida por los que se hacen llamar "cristianos". Lejos están de cualquier certeza.
Por eso, amigo David, te insto, nuevamente, a largarte de esa congregación de arribistas y mediocres. No me hagas pensar que la ramplonería te venció en la batalla.
Amigo, por último, me despediré, sugiriéndote que mandes a comer mierda a esa piara de pseudocristianos. Recuerda: ¡responde al necio cual su necedad!
Te envío un abrazo, mi fiel amigo.
no entiendo mucho o nada de lo q escribe mi amigo Oscar pero bueno. yo tampoco habia visto este escrito, creo q tengo q ver mucho en el, es chistosao saber de quienes estas hablando. gracias a Dios lo mas facil de hacer es ser salvos...un tatuaje, pircing o arete no te hace hijo o no de Dios. no se olviden q las apariencias engañan...
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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: