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miércoles, julio 06, 2016

SUMARIO: JONATHAN NO TIENE TRABAJO

Publicado por Yo soy Escribidor |



Jonathan renunció el 30 de junio. Fue todo lo que se pudo soportar en un trabajo que le quitó gran parte de la tranquilidad –de la vida, diría él-. Ahí estuvimos esperando este momento porque lo alargamos lo más posible, acaso las obligaciones económicas adquiridas durante todo el transcurso.

Su trabajo llegó a ser una piedra en el zapato para él y para los demás que estamos cercanos. Para empezar, instalar conexiones de Directv sonaba bien al principio; pero esto se complicó cuando descubrió que nunca había un horario de salida. Y se complicó más cuando sus noches eran llevadas por la universidad cuando no  podía llegar a tiempo. En varias ocasiones, su novia y yo lo esperamos sin respuesta porque andaba trabajando. Y nunca se detuvo, de ahí en adelante, todo lo peor que uno podría tener un trabajo.

Ocio
¿En qué momento el sustento se convirtió en una carga? ¿Desde cuándo trabajar fue lo más parecido al dolor? ¿Desde cuándo ahí cultivamos la desesperanza?

Para él, todo esto se constituyó en una opresión, una cárcel, una pesadilla de tantos meses en la que no había escapatoria. Se adelgazó más de la cuenta, no le alcanzaba la plata para nada, nunca llegaba a tiempo, soñó pesadillas recurrentes, tenía un compañero que hacía todo más difícil, no había permisos para ir al médico –al mejor estilo de «no se enferme porque lo echamos»-, sin contar, por supuesto, con el entramado emocional y espiritual que eso supone. Yo tuve un trabajo así y sé qué es no sentirse vivo.

Sin embargo, él siempre se resistió a ser oprimido, porque impuso ser indómito de quienes le decían qué hacer con su vida siempre. El límite llegó hasta el 30; después de eso, buscaría una especie de libertad que le garantizara sentirse un humano funcional.

Ahora, mientras disfruta de su tranquilidad, se le ve un brillo distinto en los ojos; una especie de paz por quitarse una carga inútil que le restó más en la vida. Se le ve una luz que estaba apagada, y que se aviva de a poquito a poco. Ahí va el pelao: lento pero seguro.


Ese día, en la noche, cuando le pregunté cómo le había ido con la renuncia, él con la vehemencia que tiene la gente que no teme lo que dice, afirmó: «hasta hoy trabajé para esos caras de verga». 

1 ¡Ajá, dime qué ves!:

El Principiante dijo...

Gracias a Dios dejaste de trabajar "para esos caras de verga".

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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: