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Al leer el libro, que como siempre traduciré, llamado El Jesús que perdimos de Patrick Henry Reardon, podemos encontrar un texto que intenta hablarnos de la Humanidad de Jesús, en un viaje por las instancias de la vida del mismo. Vemos elementos de Su crecimiento, Su relación con la gente, Su vida con Dios, el desarrollo ministerial con las mujeres, y una suerte más de todo lo que, aparentemente, un humano pueda encontrar en un transcurrir a mano de Dios.
He dicho 'intenta' porque el libro en cuestión sí podría considerarse un buen libro, pero cuando éste no ostente mostrar una Humanidad de un Dios que, al leerlo, no se encuentra. El libro, sin duda, sirve como referencia etimológica porque el autor pone a prueba su conocimiento (o sus investigaciones en este punto) al servicio de descifrar los textos antiguos del Nuevo testamento. No obstante las buenas intenciones del autor, no creo que El Jesús que perdimos. La sorprendente Verdad acerca de la Humanidad de Cristo sea un libro que sustente, no únicamente la Humanidad de Cristo, sino, de paso, la nuestra tan atiborrada de conflictos y de sinsentidos. No es, sin duda, el libro que uno quisiera leer cuando uno se enfrenta a la existencialidad, porque, después de todo, la etimología de un texto antiguo, nada puede hacer con la vida y la Vida.
Por ello, considero que el libro puede ostentar ser bueno, siempre y cuando se haya enfocado en lo que realmente dice; y no pretendiendo resolver la Humanidad de Jesús cuando, en realidad, no lo logra.
Ahí lo tengo. Tiene referencias interesantes. El libro tiene una buena portada. Pero no satisface el requerimiento de explicar el Ser del Hombre Cristo. Por tal razón, creo que cuando el autor le pone el nombre al libro, quizás me ha dado entender lo que él mismo no quiso dar a entender: que ese Jesús perdido es el que se diluye en sus líneas, y que, como es obvio, tampoco lo encontramos aquí.
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