Siempre quise experimentar que se sentiría ser parte de la realeza. Quizás al mejor estilo de la monarquía inglesa, en donde uno es un príncipe y tiene ciertos privilegios y algunos deberes que cumplir. Creo que si fuera de la realeza no sería diferente a los hijos de Diana de Gales. Siempre vestiría bien y ofrecería mi cuerpo en todas las portadas de las revistas haciendo escándalos. Digo esto tal vez porque no soy un príncipe del todo. Bueno, hasta hace poco.
Oficialmente, tengo que decir, que hay una reina en mi casa. Es mi madre. Pero no esa reina que uno dice: mi madre es la reina de mi vida, es tan linda, tan bella... No, mi mamá es reina de verdad.
Resulta que mi familia es una familia llena de cosas raras entre las que tenemos a una madre que fue (¿o es?) diácono de una iglesia que un día prefirió no ir más a la igle, dedicándose a hacer una de las cosas que más le gusta: bailar.
A mi mamá le encanta bailar. Además, tiene las condiciones. Es una señora con un gran cuerpo (trasero en realidad) que se mueve satisfaciendo los sentimientos de algunos en medio de la frustación de ser de ninguno. Que vive enferma la mayor parte del tiempo, pero que olvida sus tristezas y dolores cuando va a Argel, un sitio-estadero de baile y donde brilla baldosa hasta cansarse. Mi mamá está separada de mi papá, aun cuando vivimos en la misma casa, por eso, hace lo que le da la gana. En realidad, admiro a mi madre porque nos enseñó el valor de ser sinceros y transparentes, quien a pesar que ame la Salsa y los bailes públicos, ora por nosotros cuando lo necesitamos y vemos como Dios obra. ¿Extraño? Sí. ¿Imposible? No.
En Argel, en días pasados, escogieron a las reinas del sitio. Mi mamá fue una de ellas. No sé si sentirme orgulloso. Me dio risa. Pensar en tener una madre-reina es como un sueño hecho realidad, ja. Pero en serio, ya era reina porque sus normas y lo que dice es lo que cuenta en mi casa, pero de ahí a tener una corona, ya es otra historia.
Mi madre, Nohemy, tiene una corona que la acredita como Reina; no sé qué privilegios tenga o que deberes tengo que ofrecer; quizás, que la plebe no vea mis lágrimas en público o negarme a darle la mano, para saludar, a la raza. Decidir avergonzar a mi familia, saliendo en los tabloides, fumando bareta o en fiestas locas con modelos hermosas.
Aun asi, estoy orgulloso de mi mamá porque fue reina antes que ella misma lo supiera y su corona, cual reinado de la panela, lo declarara.

La imagen de arriba es la corona de la cuestión. A mí me da un poco de risa.