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domingo, marzo 16, 2014

SUMARIO I: EL DRUMMER Y LA MOTO

Publicado por Yo soy Escribidor |

El Drummer
El Drummer me dijo que lo acompañara donde su abuela. "En moto", me dijo. En la moto que ya hoy es vieja. Su abuela vive a unas cuantas cuadras, pero viaje en moto, con amigos, es un buen plan.

Quizás por su arrojo frente a la vida, y el desenfreno adolescente de esos tiempos, el Drummer no tenía sentido de la seguridad mientras manejaba esa moto. No había señales de tránsito válidas para él, no había límite de velocidad, no había recato frente a la indefensa moto y de su pasajero que le decía que la cogiera suave, que parecía un loco.

Y la locura no se detuvo nunca. Fuimos donde su abuela, sanos y salvos. Y regresé -insistí en montarme-, sano y salvo. En esos tiempos, él no tenía sentido de la seguridad encima de una moto, y yo, más loco que él, montado irresponsablemente sobre la moto del escarnio.

Esperé que eso no ocurriera nunca más. Cuál equivocado estaba cuando el reto a seguir, algunos años después, era el cumpleaños de un primo suyo. El camino era más tenebroso, más largo y más peligroso. Recuerdo haber recordado su locura primaria encima de la moto, y de su irreparable sentido de la seguridad. ¿Qué hice yo? Lo correcto: "Drummer, iremos a esa fiesta, montados en esa moto, y que no nos pille la policía"; no tenía papeles, seguro, ni licencias, como si las irresponsabilidades fueran pocas.

Encima de esa moto, nos metimos por un camino que, cuando llueve, es un indómito arroyo, pero que la fortuna de la Providencia, nos permitió atravesar con el recuerdo lejano de un río de lluvias. Luego, cruzar la Circunvalar, tan variada, imprecisa y llena de carros a diestras y siniestras. "Cálmate, Drummer". "Vamos despacio, Drummer". "Dale suave, Drummer".

Hasta llegar a la fiesta, como si fuera cosa de todos los días estar montado en una moto loca. Recuerdo tomarme algunos traguitos de un whiskey y de una cerveza que no esperaba. Él, por supuesto, impertérrito frente a los menesteres del alcohol, porque no es lo de él, sin duda. Aunque él siempre aduce que toma sólo whiskey, que no recuerdo que tomó en aquella ocasión.

Ya en la despedida, la moto en mitad del bulevar en la Ciudadela se quedó atascada. Estúpida moto, con sus estúpidas irregularidades, a la vista de unos policías en moto que pasaron mirando con ojo crítico.

"Drummer, la policía", le dije. "Cálmate, que no va a suceder nada. Esos manes pasan, ven dos pelaos como nosotros y no se van a devolver porque plata no hay", increspó él.

Él tenía razón.

Así emprendimos el viaje de vuelta por el mismo camino de Circunvalar y arroyo seco. La moto y su velocidad. El Drummer y su seguridad cierta. No obstante, él, frente a todo lo calmo que se mostró, confesó luego que a él también le había dado algo de miedo todo.

"Las papas calientes", dijo en su espectacular coloquio barranquillero.

3 ¡Ajá, dime qué ves!:

Anónimo dijo...

Q locura estar en la imc!!!

Steven Manduca dijo...

"las papas calientes y paporras del doctor porras."

Mafe dijo...

Jajajjajajaj...muy bueno. Saludos.

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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: