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domingo, octubre 13, 2013

DE ESAS MUERTES CERCANAS

Publicado por Yo soy Escribidor |



 "Lo único que me duele de morir es que no sea de amor"
García Márquez

Los Carlos, 2013
Con el tiempo, me he dado cuenta que pienso más en la Muerte. Más a menudo pienso en los días que encierran a la mía y a la de los demás. Por momentos, tengo la sospecha que me asusta más la muerte de los que quiero, que la mía; sin embargo, cuando he estado enfermo, siento que es solo una estratagema que me brinda la buena salud: tengo el temor humano a la muerte.

Dentro de todas las muertes posibles que he experimentado –de vida y de huidas-, recuerdo mucho, con desagradable nostalgia, la de mi tío Carlos, el hermano de mi mamá. Cuando hago un viaje analépsico1, en mi mente, por reencontrar pasajes con él, no encuentro con facilidad algo que me remita a su voz y a su forma de ser. Recuerdo, no obstante, a Carlitos, mi primo, quien osadamente me habla por Facebook pero que bien podría ser un recuerdo también.

El día que nos enteramos de la muerte de mi tío, todos (excluyendo a mi papá) llegábamos de un campamento de la iglesia. Era en Santa Marta si no mal recuerdo. Al bajarnos del bus, después de 4 días internados y pensar en la fe y en la tranquilidad, puedo revivir en mi mente la cara de mi papá minutos antes de decirle a mi mamá (todavía vivían juntos) que su hermano Carlos había muerto.

Lo que siguió fue confuso para mí, y no puedo reconstruirlo con facilidad. Mi mamá llorando, mi hermana Vanessa  hablándole, la imprudente diciéndole estupideces doctrinales, un abrazo que alguien me dio. Luego un vacío en mente. Semanas después. Mi mamá alistando maletas para ir a Venezuela.

Hoy día, dos de mis grandes amigos se llaman Carlos. Y he experimentado –quizás inconscientemente de lo que he contado- el temor de sus muertes. No es que se estén muriendo, aclaro; es más bien que encontré un punto asombroso alrededor de esto. Y sí, temo con ellos y por ellos.

Charlie, por su lado, un día me miró en mi casa, en mi cuarto,  y me dijo que me quería de verdad. Luego, añadió que él creía que moriría primero que yo. Me aterré. Desde ese día, él insiste en decir la misma pamplinada que me da estupor; y yo diciéndole que no diga eso, que deje la maricada, que nos morimos juntos y ya. Pero él reafirma que es en serio que se morirá antes que todos, y yo le discuto que no, que no diga eso, que me da miedito.

Carlitos, por el otro, un día, en presencia de su novia, me comenzó a decir de su temor de niño por morirse. Me dijo que temía ‘el dejar de ser’. En ese momento su rostro cambió y su aspecto se transfiguró en angustia. No era el mismo: la bruma de la Muerte lo abrigó de rapidez, y yo sentí el impulso de abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien. Se recostó en las piernas de María –su novia- mientras respiraba para tranquilizarse y yo sólo atiné a calmarlo acariciándole el brazo.

Y esa bruma de la Muerte, y esas ideas de morir antes uno que el otro, me hacen pensar que debe haber algo más allá, más significativo, algo por encima de mi realidad, que hoy no alcanzo, pero que deseo alcanzar, pero que me da miedo, como es obvio, alcanzar. Y que las casualidades malvadas de los nombres comunes no me derroten en un destino perverso de iguales y de muertes dolorosas, así estas sean de lejanía humana.



1.      Analepsis. En literatura, un recurso en la narrativa de los relatos cuando se va al pasado.

3 ¡Ajá, dime qué ves!:

Shevin dijo...

Me gusta.

Unknown dijo...

Amigo, me gusta mucho!!!, esta genial.

Anónimo dijo...

Da gusto leerlo, aunque el tema no me fascina... Tengo que confesar que de niña tuve pesadillas con la muerte de mi mamá...
Sé que Dios me va a permitir, tenerla por largos años. Doris

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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: