"Lo único que me duele de morir es que no sea de amor"
García Márquez
Los Carlos, 2013 |
Dentro de todas las muertes
posibles que he experimentado –de vida y de huidas-, recuerdo mucho, con
desagradable nostalgia, la de mi tío Carlos, el hermano de mi mamá. Cuando hago
un viaje analépsico1, en
mi mente, por reencontrar pasajes con él, no encuentro con facilidad algo que
me remita a su voz y a su forma de ser. Recuerdo, no obstante, a Carlitos, mi
primo, quien osadamente me habla por Facebook pero que bien podría ser un
recuerdo también.
El día que nos enteramos de la
muerte de mi tío, todos (excluyendo a mi papá) llegábamos de un campamento de
la iglesia. Era en Santa Marta si no mal recuerdo. Al bajarnos del bus, después
de 4 días internados y pensar en la fe y en la tranquilidad, puedo revivir en
mi mente la cara de mi papá minutos antes de decirle a mi mamá (todavía vivían
juntos) que su hermano Carlos había muerto.
Lo que siguió fue confuso para mí,
y no puedo reconstruirlo con facilidad. Mi mamá llorando, mi hermana
Vanessa hablándole, la imprudente
diciéndole estupideces doctrinales, un abrazo que alguien me dio. Luego un
vacío en mente. Semanas después. Mi mamá alistando maletas para ir a Venezuela.
Hoy día, dos de mis grandes amigos
se llaman Carlos. Y he experimentado –quizás inconscientemente de lo que he
contado- el temor de sus muertes. No es que se estén muriendo, aclaro; es más
bien que encontré un punto asombroso alrededor de esto. Y sí, temo con ellos y
por ellos.
Charlie, por su lado, un día me
miró en mi casa, en mi cuarto, y me dijo
que me quería de verdad. Luego, añadió que él creía que moriría primero que yo.
Me aterré. Desde ese día, él insiste en decir la misma pamplinada que me da
estupor; y yo diciéndole que no diga eso, que deje la maricada, que nos morimos
juntos y ya. Pero él reafirma que es en serio que se morirá antes que todos, y
yo le discuto que no, que no diga eso, que me da miedito.
Carlitos, por el otro, un día, en
presencia de su novia, me comenzó a decir de su temor de niño por morirse. Me
dijo que temía ‘el dejar de ser’. En ese momento su rostro cambió y su aspecto
se transfiguró en angustia. No era el mismo: la bruma de la Muerte lo abrigó de
rapidez, y yo sentí el impulso de abrazarlo y decirle que todo iba a estar
bien. Se recostó en las piernas de María –su novia- mientras respiraba para
tranquilizarse y yo sólo atiné a calmarlo acariciándole el brazo.
Y esa bruma de la Muerte, y esas
ideas de morir antes uno que el otro, me hacen pensar que debe haber algo más
allá, más significativo, algo por encima de mi realidad, que hoy no alcanzo,
pero que deseo alcanzar, pero que me da miedo, como es obvio, alcanzar. Y que
las casualidades malvadas de los nombres comunes no me derroten en un destino
perverso de iguales y de muertes dolorosas, así estas sean de lejanía humana.
1. Analepsis.
En literatura, un recurso en la narrativa de los relatos cuando se va al pasado.
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3 ¡Ajá, dime qué ves!:
Me gusta.
Amigo, me gusta mucho!!!, esta genial.
Da gusto leerlo, aunque el tema no me fascina... Tengo que confesar que de niña tuve pesadillas con la muerte de mi mamá...
Sé que Dios me va a permitir, tenerla por largos años. Doris
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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: