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La Manduca y el Sandoval (2007) |
"Tampoco era dueña, Manduca, de sus lágrimas. Una leve tristeza, el más lejano asomo de desdicha, un breve contacto con la otras ciudad, la de la peste, las desencadenaban sin que la valiera ningún esfuerzo para contenerlas. Igual la risa o la carcajada: se le soltaban con un ímpetu irreprimible, repentino. Y el rictus de la rabia, las arrugas de la impaciencia, el ceño de la preocupación, la iluminación de la alegría, toda su mente parecía reflejarse en su rostro como en un espejo. Era impulsiva para todo, para hablar, para alegrarse, para ponerse furiosa, para el entusiasmo, la ira o la depresión"
Fragmentos de Amor Furtivo,
Héctor Abad Faciolince