Ha sido un día movido por hablar de tetas: de que si las muestran en protestas, que si es válido, que qué pensarían nuestras madres, que las tetas esto o aquello, etcétera.
En esas estaba cuando recordé un texto que Manduquita, hace años, publicó en mi blog. Decidí no hacerle ninguna corrección hoy ─ni de forma ni de fondo; ya verán errores─ y quisiera aclarar solo esto: que responde a una época en el que estábamos en algún lugar de nuestro mundo posible. Manduquita escribió cómo era un día de trabajo ─de ella─ cuando alguien se ponía unas tetas de silicona.
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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: