Yo nunca he sido católico. No me
criaron como tal, ni tengo muchos conocimientos rituales alrededor del mismo.
Nunca lo fui y sé que no lo seré, por lo menos, en 80 vidas. Nos criaron, desde
niños, con valores cristianos y llevándonos a iglesias que, para la mayoría,
serían catalogadas de protestantes; aunque yo, nunca me sentí protestando en
contra del Vaticano.
Desde hace dieciocho años
encontré casi todo lo que yo quería en una iglesia Bautista. Encontré, en mi
adolescencia, amigos, un lugar donde pasar mi tiempo, encontré una imagen de Dios,
descubrí hacer cosas, ayudar a otros jóvenes.
Con el tiempo, frente a las
críticas que siempre tuvimos, logramos una Red de Jóvenes, donde cada sábado
nos reuníamos, gran número de personas. Eran buenos tiempos. Aunque el plan,
luego de todo esto, eran los perros calientes, reírnos y trabajar-siempre
trabajar-en procura de otros jóvenes.
Luego -los que saben-, esto se
acabó por aspectos que no tienen que ver con esta entrada. Y todo se desvaneció
y muchos partieron. Yo no. Yo preferí quedarme en el mismo lugar para seguir ‘pastoreando’
a los que tenía, algo que, sin duda, siempre ha sido algo importante para mí. También,
dentro de todo este asunto, serví de maestro de la Escuela Bíblica que la
Bautista posee. Gracias al Cielo y a uno que otro fanático, me fue bien.
En octubre de 2013, luego de
infortunios, en una lucha que parecía a mí mismo, renuncié a la Escuela. Siempre
fui demasiado desadaptado para adaptarme, pero hacía el esfuerzo. Renuncié porque comencé a darme cuenta que
algo ahí no me llenaba y quizás estaba haciendo mucho esfuerzo en empujar una
roca invisible.
El director de la Escuela me
entendió. Eso pareció en ese momento aunque después sus actitudes distaran de
sus palabras. Fui 3 semanas más a la Iglesia, en procura de saber qué hacer,
aun cuando ese proceso de alejamiento eclesiástico me estaba costando ya casi
dos años, quizás más. Sin embargo, en la cuarta semana, al salir del servicio
dominguero, camino a mi casa, supe, dentro de mí con una resignación profunda y
viendo el papel caer en el suelo, que no iría más. Ahí, en ese bus triste hacia
mi casa, comprendí y supe de primera mano que era mi tiempo de partir y dejar
de lado las aflicciones que gané de buena gana y con entereza, durante el
tiempo vivido ahí.
Ayer me llamaron de la iglesia a
ofrecerme un servicio de alguna cosa. Quien me habló, evidentemente, nunca supo
en realidad quién era yo, ni de mi partida furtiva de esos lados. Yo seguí la
corriente en la conversación porque tuve compasión de quien hablaba. No
obstante, luego de colgar, pensé que durante estos meses, no he recibido las
llamadas para saber qué me pasó en realidad, y que, al contrario, recibí una
para algo donde debería invertir tiempo y plata.
Por todo lo anterior, yo hoy
decido hacer pública a todos mis contactos, amigos, conocidos, vecinos,
chismosos, detractores, aduladores, compañeros de lucha, mejores amigos, bloguistas
y demás, que me fui sin penas y sin glorias de la iglesia donde pasé gran parte
de mi vida. Me fui por el tiempo necesario, y que espero no tener que regresar
por ahora.
Que gracias, que muchas gracias.
Que no todo fue malo. Me dio amigos (también estos últimos amigos antes de
irme), compañeros y más de 300 alegrías juntas, pero que el tiempo se fue
corriendo y ya estuvo bueno. Que fue duro, llorada la cuestión. Que gracias por
las últimas circunstancias, difíciles e involucrativas,
que me terminaron por confirmar el peso de sobrar ahí. Que mi sentido de Dios,
y lo que considero Iglesia, es como yo: de los que no cabemos en el estándar.
Paradójicamente, mientras escribo
esto, suena en el fondo de mi casa Héctor Lavoe “todo tiene su final…”, y yo en lugar de estar triste, me echo dos
pases en la cocina de mi casa, sabiendo que, todo el tiempo, hice lo correcto;
y que los míos, los que me siguen, allí están siempre, escondidos detrás de la
ventana, esperando salir y gritar “Sorpresa”,
y ver la alegría plena.
Dejo cancioncita de Allá te
Espero.
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5 ¡Ajá, dime qué ves!:
Tan triste leer esto... esas cosas me duelen, porque cada vez más de las iglesias alejan a los que piensan diferente.
Que nunca se te olvide que las 4 paredes no hacen una relación con Dios... si no estás adentro de esas paredes, por favor no olvides tus convicciones y tus principios... Iglesia puedes ser en la intimidad de tu cuarto.
Un abrazo.
Paradójicamente, mientras escribo esto, suena en el fondo de mi casa Héctor Lavoe “todo tiene su final…”, y yo en lugar de estar triste, me echo dos pases en la cocina de mi casa...
Sin duda, muy a pesar de las inconsistencias eclesiásticas uno siempre se echa la bailadita. Es triste abandonar el lugar donde uno creció pero, ♪la que se fue ya no interesa, vendrán otras de esas a mí♫
Amigo, lo importante son los amigos de verdad que quedaron. Lo que aprendimos. Ahora tú y yo somos, tiburoncin u a a y Doris. ILY
Creo q a mi tambien me sucedio algo parecido... cuidate david y q Dios te bendig!!!
profe pienso que todos en algún momento nos queremos apartar de Dios pero hay es donde debemos recordar el amor de el que aunque nos vallamos lejos el siempre te va ha estar esperando con los brazos abiertos la iglesia eres tu es donde Dios abita recuerda que su amor sobrepasa todo entendimiento y nunca te olvides que el te formo y todo lo eres se lo debes a el . TE AMA Y NUNCA DEJARA DE HACERLO por que eres su mayor creación divina cuídese
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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: