Alex Ortega ahora está en París. Logró cumplir parte de sus sueños. Es un man que vivía en el barrio Lucero. Siempre le reclamó a mi hermana por no haberlo discipulado. Es un man buena gente y con quien se puede tener una conversación amena. La última vez que nos vimos creo que fue en el Barranquijazz; hoy le tomé esto que escribió en su Face, con permiso de él, y ahí va.
En este mundo traidor nada es verdad, ni mentira, todo depende
del cristal con que se mira
Campoamor
Lo que voy a relatar a continuación sobre la mítica Paris, sólo hace parte de mi obtuso ángulo de ver las cosas, no hacen parte de la realidad; por tanto, sólo es mi exclusiva percepción. Pero me veo forzosamente obligado a escribir esta nota, pues yo, que desde siempre he tenido la habilidad -o la desgracia- de asombrarme con cualquier cosa, he mirado con detallada minucia, y sin falta de comparación, a todo los registros que poseo desde mi natal Barranquilla. Entonces, ahí se las suelto, care’ perro.
1. Los franceses que saben bailar salsa, lo hacen como si fueran a presentarse a un programa de televisión de Jorge Barón. Su baile se trata de una serie de maniobras de brazos y caderas, donde la mujer y el hombre se funden en una serie de convulsiones armoniosas y muy estéticas. La mayoría de ellos, han pasado por las clases de algún indocumentado cubano o puertorriqueño.
2. La gran mayoría de bancos son diminutos. Siempre que usted vaya, encontrará un sólo cajero y dos personas haciendo cola. Bueno, recordemos que mis referencias son el Banco Popular del Centro y el Davivienda de la 72.
3. Algunos taxis son Mercedes Benz, y la mínima no cuesta 5 barras como en Quilla. Y es mejor arreglar las tarifas antes para no entrar en conflicto con algún árabe o africano, que por cierto, no les importa, a la gran mayoría, que se les entienda o no su francés, con una TONALIDAD bastante FUERTE...; rezago de su lengua materna.
4. Es frecuente encontrar en las estaciones del metro, maestros de la música clásica, interpretando a Mozart, Vivaldi o Chopin, por unas cuantas monedas. Esto sí que paraliza. La gente se detiene a escuchar y a mirar lejos. No, ¡lejos no! ¡A perderse en el limbo! Curiosidad: Un día, esperando el metro, un hombre apareció de la nada, se para al lado del señor que tocaba el acordeón y comenzó a cantar una ópera italiana, y después, como 10 personas terminaron cantando a coro. Recordemos que sólo me sé el coro de Eres la reina de Diomeditos, o sino la madre que me meto... y canto.
5. La gente que pide plata, tiene pinta de médicos o de cajero de banco de Barranquilla. Monos, ojos verdes, y lo curioso: completicos. No les falta nada, ni una pierna, ni un ojo, ni ná’. Mientras en Quilla lo que pesa es la maniobra de la verborrea, aquí entre más cara de pena pongas, mejor te va.
6. La París tan comercializada en fotos y en películas en Colombia, sólo existe en un 30 por ciento. Aquí también hay desempleo, vendedores ambulantes, el sida y la hepatitis B, son la moda. Existe, además, un problema de vivienda del hijuemadre: todo el mundo quiere estar en París, y no hay cama para tanta gente. Una mezcla étnica impresionante, que crea una brecha entre los documentados y los indocumentados; los que hablan francés, los que medio lo hablan, y los que no lo hablan. Aquí la gente también se la guerrea para ganarse el centavo.
7. Los grupos étnicos más notables son:
Árabes: Muchos de ellos tienen mucho billete y controlan algunos negocios, como los cyber y las panaderías.
Africanos Negros: Algunos tienen buenos trabajos, pero su mayoría, tienen que guerriársela al negro. Término utilizado por los mismos franceses (‘Travailler Au Noir’) para decir que se trabaja como indocumentado.
Chinos: Los mismo franceses dicen que tienen billete, pero lo único que sé, es que se visten como los muñequitos de Súper Campeones que yo veía en el año de 1997, y que las únicas bolsas de Luis Vouitton, las he visto a las chinas o japonesas; yo que sé... todos se parecen.
Los latinos somos minorías, al igual que los hindúes y los de Europa del este (estos países que terminan kia, tia, petia, blablá).
Los alemanes aquí son como los cachacos en la costa, unos los saca de una. Siempre están en grupo, y se les nota lo emocionados; hasta podría jurar que se dicen los unos a los otros: Cierto que la estamos pasando rico, ¿cierto?... No hablo alemán, pero la quinética cachaquesca me lo indica.
Como sea, todo este entramado de etnias, hace de París un Show de primera fila, por su diversidad y lo bueno que le aportan a la vida cultural de París.
8. Hay un barrio gay que está justo al lado del barrio Judío. Se puede ver a los coloridos hombres agarrados de la mano, besándose, o en pequeños bares tomando café, sin miedo a la censura, o al comentario de la vieja chismosa. (Nótese que en Quilla siempre hay una vieja chismosa en el barrio). Aquí eso es normal. Ojo, no la vieja chismosa. Aquí la vaina es frentiá*. Los bares, restaurante o saunas gay se identifican por una bandera multicolor que se menea coquetona en la entrada.
9. Aquí un euro es como mil barras en Quilla. Pero miren: Con un euro puedo comprar una lata de lentejas en 70 céntimos y una sopa de pastas en 30 céntimos. En Quilla puedo comprar el salchichón, pero me haría falta la Pony. (Nótese que me gusta una Pony). Con mil barras puedo pagar una hora de internet. Aquí la hora de internet te cuesta 2 euros; ¡súper caro! Es decir, lo precios son relativos, lo que pasa es que muchas veces, se gana en euros y se sigue pensando en pesos, y así es que se forman los chismes... y por eso es que los matan. CONCLUSION: Se gana en euros pero se gasta en euros.
10. Como sea, todos los días siento el meque de que no estoy en Quilla, y la extraño mucho. (Aclaro: menos el hp calor. Siempre lo odiaré con todas las fuerzas de mi alma). Extraño su gente, el comentario imprudente y amistoso de cualquiera en la calle, el mototaxi, la música en las calles, la vieja chismosa del barrio, a la señora de las cocadas, el olor de la lenteja de mi mamá, (bueno, cuando no se le quema; es que es frecuente esto último). Ya está llegando diciembre aquí, y la gente sólo habla del frío. Como sea también me gusta París, estar en el centro de una ciudad que no duerme, donde siempre hay algo que hacer... y este papayaso yo sí que no lo voy a desaprovechar es nada. Cierro como dice el burro mocho: ¡Mamá estoy triunfando, mándame pa’ el pasaje! Paris Je t aime.
*Por Frentiá se entiende algo que es sin tapujos, sin pena, sin temor, de frente. (N. del E.)
1. Los franceses que saben bailar salsa, lo hacen como si fueran a presentarse a un programa de televisión de Jorge Barón. Su baile se trata de una serie de maniobras de brazos y caderas, donde la mujer y el hombre se funden en una serie de convulsiones armoniosas y muy estéticas. La mayoría de ellos, han pasado por las clases de algún indocumentado cubano o puertorriqueño.
2. La gran mayoría de bancos son diminutos. Siempre que usted vaya, encontrará un sólo cajero y dos personas haciendo cola. Bueno, recordemos que mis referencias son el Banco Popular del Centro y el Davivienda de la 72.
3. Algunos taxis son Mercedes Benz, y la mínima no cuesta 5 barras como en Quilla. Y es mejor arreglar las tarifas antes para no entrar en conflicto con algún árabe o africano, que por cierto, no les importa, a la gran mayoría, que se les entienda o no su francés, con una TONALIDAD bastante FUERTE...; rezago de su lengua materna.
4. Es frecuente encontrar en las estaciones del metro, maestros de la música clásica, interpretando a Mozart, Vivaldi o Chopin, por unas cuantas monedas. Esto sí que paraliza. La gente se detiene a escuchar y a mirar lejos. No, ¡lejos no! ¡A perderse en el limbo! Curiosidad: Un día, esperando el metro, un hombre apareció de la nada, se para al lado del señor que tocaba el acordeón y comenzó a cantar una ópera italiana, y después, como 10 personas terminaron cantando a coro. Recordemos que sólo me sé el coro de Eres la reina de Diomeditos, o sino la madre que me meto... y canto.
5. La gente que pide plata, tiene pinta de médicos o de cajero de banco de Barranquilla. Monos, ojos verdes, y lo curioso: completicos. No les falta nada, ni una pierna, ni un ojo, ni ná’. Mientras en Quilla lo que pesa es la maniobra de la verborrea, aquí entre más cara de pena pongas, mejor te va.
6. La París tan comercializada en fotos y en películas en Colombia, sólo existe en un 30 por ciento. Aquí también hay desempleo, vendedores ambulantes, el sida y la hepatitis B, son la moda. Existe, además, un problema de vivienda del hijuemadre: todo el mundo quiere estar en París, y no hay cama para tanta gente. Una mezcla étnica impresionante, que crea una brecha entre los documentados y los indocumentados; los que hablan francés, los que medio lo hablan, y los que no lo hablan. Aquí la gente también se la guerrea para ganarse el centavo.
7. Los grupos étnicos más notables son:
Árabes: Muchos de ellos tienen mucho billete y controlan algunos negocios, como los cyber y las panaderías.
Africanos Negros: Algunos tienen buenos trabajos, pero su mayoría, tienen que guerriársela al negro. Término utilizado por los mismos franceses (‘Travailler Au Noir’) para decir que se trabaja como indocumentado.
Chinos: Los mismo franceses dicen que tienen billete, pero lo único que sé, es que se visten como los muñequitos de Súper Campeones que yo veía en el año de 1997, y que las únicas bolsas de Luis Vouitton, las he visto a las chinas o japonesas; yo que sé... todos se parecen.
Los latinos somos minorías, al igual que los hindúes y los de Europa del este (estos países que terminan kia, tia, petia, blablá).
Los alemanes aquí son como los cachacos en la costa, unos los saca de una. Siempre están en grupo, y se les nota lo emocionados; hasta podría jurar que se dicen los unos a los otros: Cierto que la estamos pasando rico, ¿cierto?... No hablo alemán, pero la quinética cachaquesca me lo indica.
Como sea, todo este entramado de etnias, hace de París un Show de primera fila, por su diversidad y lo bueno que le aportan a la vida cultural de París.
8. Hay un barrio gay que está justo al lado del barrio Judío. Se puede ver a los coloridos hombres agarrados de la mano, besándose, o en pequeños bares tomando café, sin miedo a la censura, o al comentario de la vieja chismosa. (Nótese que en Quilla siempre hay una vieja chismosa en el barrio). Aquí eso es normal. Ojo, no la vieja chismosa. Aquí la vaina es frentiá*. Los bares, restaurante o saunas gay se identifican por una bandera multicolor que se menea coquetona en la entrada.
9. Aquí un euro es como mil barras en Quilla. Pero miren: Con un euro puedo comprar una lata de lentejas en 70 céntimos y una sopa de pastas en 30 céntimos. En Quilla puedo comprar el salchichón, pero me haría falta la Pony. (Nótese que me gusta una Pony). Con mil barras puedo pagar una hora de internet. Aquí la hora de internet te cuesta 2 euros; ¡súper caro! Es decir, lo precios son relativos, lo que pasa es que muchas veces, se gana en euros y se sigue pensando en pesos, y así es que se forman los chismes... y por eso es que los matan. CONCLUSION: Se gana en euros pero se gasta en euros.
10. Como sea, todos los días siento el meque de que no estoy en Quilla, y la extraño mucho. (Aclaro: menos el hp calor. Siempre lo odiaré con todas las fuerzas de mi alma). Extraño su gente, el comentario imprudente y amistoso de cualquiera en la calle, el mototaxi, la música en las calles, la vieja chismosa del barrio, a la señora de las cocadas, el olor de la lenteja de mi mamá, (bueno, cuando no se le quema; es que es frecuente esto último). Ya está llegando diciembre aquí, y la gente sólo habla del frío. Como sea también me gusta París, estar en el centro de una ciudad que no duerme, donde siempre hay algo que hacer... y este papayaso yo sí que no lo voy a desaprovechar es nada. Cierro como dice el burro mocho: ¡Mamá estoy triunfando, mándame pa’ el pasaje! Paris Je t aime.
*Por Frentiá se entiende algo que es sin tapujos, sin pena, sin temor, de frente. (N. del E.)
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6 ¡Ajá, dime qué ves!:
¡¡¡Jajajaja!!! Que risa!!!
VISTO ASÍ...NO ESTAMOS TAN LEJOS DE PARÍS JAJAJAJA
espectacular
me agrada como escribe ese muchacho... buena selección escribidor.... espero verte hoy.... te extraño
me agrada
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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: